Dices: «Yo pienso, yo creo, yo opino…» Pero, ¿qué sientes?
Lleno de pavor, ha renunciado a todo lo que es peligroso. Entra en su casa y cierra la puerta. Entra en sí mismo y se encierra en su cabeza. Entra en su cabeza y cierra los ojos, los oídos, la nariz. Ahí está seguro: refugiado en sus ideas, solo. Sin corazón.
¿Qué harías si se pusiera a llover?
A) Sentirte triste
B) Enfadarte
C) Recoger la ropa tendida
Cuando el río suena
es cuando hay que prestar más atención para no ahogarse
en el agua que lleva.
Entre el sacrificio (impuesto o autoimpuesto) y la elección consciente media el abismo del victimismo.
Como por ejemplo la palabra “obstáculo”:
suena como un golpe en la cabeza,
tiene el color de la ceniza,
huele a sudor,
su tacto es rugoso como el granito
y sabe a expectativa, y a fracaso.
Y la palabra “aprendizaje”:
suena como el rumor del mar al fondo,
tiene el color de las manzanas,
huele a goma de borrar sobre un papel en blanco,
su tacto es delicado como la seda,
y sabe a curiosidad y a risa.
Despierta y míralo todo,
despierta más aún,
vuela.
Reconozco algunos rincones, ciertos pasillos, esa luz que entra por el balcón del estudio. Y aunque no recuerdo nada, estoy segura de que estuve aquí, hace tiempo. De que esta era mi casa. Por eso la recorro con detenimiento y curiosidad; sin esperar nada, sin miedo a nada. Por eso el reconocimiento sólo puede producirme alegría. Porque no es más que un regreso largamente aplazado.
Pero es que la realidad nunca es como una foto de estudio, en la que el fotógrafo coloca a cada miembro del grupo bajo una luz perfecta, en la postura exacta, esa que resalta todas sus cualidades, la mejor de las sonrisas. En la realidad siempre hay alguien que se mueve en el último momento, y quien llora, y quien hace gestos inapropiados. La realidad se mueve continuamente, y pretender pasarse la vida haciendo y coleccionando fotos de estudio, momentos de sublime perfección, es perder el tiempo. Y ganar en dolor.
Que viva la esperanza,
que vivan los sueños
de un mundo mejor,
que vivan todos los que luchan por ellos.
Que viva la República.
Como por ejemplo la palabra “problema”:
suena a corazón que galopa,
tiene el color de la noche sin estrellas,
huele a ropa sucia,
su tacto es áspero, como de arena,
y sabe a insomnio.
Y la palabra “vida”:
suena como la voz de las madres,
tiene el color de las mañanas de Reyes,
huele a fruta madura,
su tacto es suave, como de plumas,
y sabe a dulces sueños.
Todo gira fuera de control.
Por fin gira fuera de control y es tan hermosa la armonía.
La última noche, después de cenar, el gato rubio me miró
y subió a mi regazo
–no sé por qué: nunca lo había perseguido para acariciarlo,
ni le había prestado atención–.
Así que hice lo único que podía hacer: acepté sin preguntas
el regalo de su tibia presencia.
Prosigues tu camino sin detenerte a escuchar las Grandes Verdades de las Grandes Autoridades que con tanto fervor recito a los cuatro vientos para que aprendas, me reprochó. ¿Qué sentido tiene quedarme bajo el aguacero que provocan tus rígidas salmodias cuando hay quien despeja las nubes con la alegría de sus carcajadas espontáneas?, le respondí.
Érase una vez un poema de amor que al poco de nacer se quedó huérfano de destinatario y de sentido. Cabizbajo, quiso borrarse, pero de algún modo, el poder del sentimiento del que había surgido lo sostuvo girando lentamente en su soplo.
Meses después, una mujer enamorada lo recogió en su corazón y se lo entregó a su prometido.
Hoy se casan los dos. Y esta tarde el poema bailará, alegre y pleno de sentido, sobre la arena de la playa de Bogatell.
Cuando te sientes tan orgulloso de tu capacidad para darte cuenta de tus errores, ¿es para dormirte cobijado en esa satisfacción o para despertar y no volver a cometerlos?
Ya
Hace un rato breve
eras un niño con hambre
entre ruinas de la guerra.
Apenas un suspiro y eras el joven
que trabajaba dieciséis
horas al día
En un segundo tuviste tu familia,
y al poco te conocí
como padre de mi amigo.
Al momento él lloraba,
y en un mes será él el padre.
Y en un parpadeo llorará su hijo…
Dani Durán
Publicado en la lista Escritura Creativa el 2 de abril del 2004
Cuando no haces, ¿es para no asumir la responsabilidad de tus decisiones o porque asumes las consecuencias de no hacer?
El taxista dijo: «Está usted tan guapa y tan elegante, que dan ganas de invitarla a bailar.»
(Sigue...)
Me dio tanto miedo la bajada de la montaña rusa que, en lugar de abandonarme a la inercia, intenté ponerme en postura fetal. Me hice un esguince en el cuello.
Han vuelto. Las golondrinas. Y, aunque hace años que ya no tengo balcón donde puedan volver a colgar sus nidos, me ha alegrado oírlas.
Uno vive de día y por la noche sueña cosas relacionadas con su vida, y a la mañana siguiente interpreta, según su propia vida diurna, lo que soñó la víspera. Luego vuelve a soñar, y por la mañana vuelve a interpretar sus sueños. La mayoría de las veces no es más que un divertido diálogo de besugos.